La tasa del crecimiento urbano que a lo largo de los últimos 30 años se ha dado en el país, ha sido mucho mayor que la tasa de ampliación, mejoras y crecimiento de los alcantarillados pluviales con que cuentan los municipios. Adicionalmente, las mejoras y ampliaciones de los alcantarillados pluviales se han dado bajo el concepto tradicional del saneamiento urbano, el cual consiste en una serie de acciones orientadas a la evacuación rápida de las aguas pluviales y de los desechos urbanos e industriales. Esta visión tradicional de la circulación del agua urbana, no sólo ha sido insuficiente para manejar los continuos incrementos de los volúmenes de escorrentía urbana, sino que, además, es inaceptable en la actualidad, donde el desarrollo de infraestructura se debe llevar a cabo respetando el medio ambiente.
La problemática que actualmente se presenta, en prácticamente todos los gobiernos locales del país, es que, con los avances tecnológicos con que hoy en día cuenta la industria de la construcción, se ha generado una rápida expansión de la frontera urbana y una fuerte presión sobre la ocupación del espacio urbano, sin que esta expansión responda a una planificación ordenada y congruente con las características físicas y climáticas del territorio. Adicionalmente, el desarrollo espontáneo de los sectores urbanos marginales, incrementa la dificultad, ya no para llevar a cabo un desarrollado urbano ordenado, sino, simplemente, para controlar los procesos de crecimiento urbano.
El uso urbano de la tierra genera cambios importantes en el patrón de la escorrentía superficial y subterránea. Si en un área de drenaje predomina el uso de la tierra con cobertura vegetal, los procesos de intercepción e infiltración harán que la respuesta hidrológica de la cuenca sea lenta y que se recarguen los acuíferos. Este patrón de la escorrentía tiende también a equilibrar las condiciones extremas de escorrentía, manteniendo el caudal de estiaje alto y la escorrentía de la época húmeda baja. Así mismo, si las márgenes de los ríos no se han utilizado para el desarrollo de alguna actividad económica o para el desarrollo urbano, durante crecientes se incrementará el área de la sección transversal del flujo, con lo cual los niveles esperados del agua no se elevarán mucho y las velocidades de flujo tenderán a ser bajas.
Cuando el uso de la tierra sobre un área de drenaje es predominantemente urbano, la respuesta hidrológica de la cuenca se acelera ya que se minimizan los procesos de intercepción e infiltración y el sistema de alcantarillado pluvial se diseña para evacuar las aguas lo más rápidamente posible. Al minimizarse los procesos de intercepción e infiltración se reduce la recarga a los acuíferos y se incrementa el volumen de escorrentía superficial. Esto da como resultado un desequilibrio en el patrón de la escorrentía que presenta una disminución de los caudales mínimos de estiaje y un incremento de los caudales máximos en la época húmeda. De igual forma, si el desarrollo urbano restringe el área de sección transversal del cauce, durante crecientes, los niveles del agua tenderán a aumentar y la velocidad del flujo se incrementará.
A medida que las ciudades crecen, se incrementan las consecuencias de un desarrollo urbano que no responde a un proceso ordenado de planificación. Cuando las municipalidades no pueden llevar un adecuado control sobre los procesos de desarrollo urbano o cuando no pueden realizar ampliaciones y mejoras al alcantarillado pluvial, con la misma celeridad con la que se lleva a cabo el desarrollo urbano, la ocurrencia de inundaciones urbanas se incrementa con pérdidas sociales y económicas para toda la comunidad. Adicionalmente, una vez que el espacio ha sido completamente ocupado por la infraestructura urbana, las soluciones factibles al problema de las inundaciones urbanas resultan extremadamente caras y muy complejas técnicamente.
Actualmente, como medida paliativa, los gobiernos locales han comenzado a exigir, a los nuevos desarrollos de infraestructura, sistemas propios para el manejo del incremento de la escorrentía superficial, que estos desarrollos van a generar. Sin embargo, los sistemas de amortiguamiento carecen de normativa y el país no cuenta con una política que guíe y oriente el manejo de la escorrentía urbana.
Así mismo, varias comunidades han adoptado acuerdos municipales intentando controlar las inundaciones, cada vez más frecuentes y severas asociadas con los procesos de urbanización. Se debe destacar que la mayoría de estos acuerdos municipales se han dirigido al control de los volúmenes de escorrentía y pocos se han dirigido hacia el impacto sobre la calidad del agua de los cuerpos receptores y al impacto del exceso de escorrentía sobre la salud humana.
Ante la crítica situación que el descontrol de la escorrentía urbana ha generado en las ciudades de todo el país, los municipios han empezado a dar énfasis a detener o a almacenar el volumen de precipitación donde éste cae. Detener o almacenar el volumen de precipitación donde éste cae es una solución parcial al problema, además de que también puede producir inconvenientes localizados en el corto plazo.
La respuesta técnica al problema es disciplinar la ocupación urbana por medio de un desarrollo urbano compatible con las características físicas y climáticas de la zona donde se ubica el área urbana y, por lo tanto, con los riesgos a las inundaciones. El objetivo se logra minimizando y de ser posible impidiendo el aumento sistemático del caudal máximo instantáneo esperado durante crecientes, debido al cambio en el uso de la tierra en las áreas destinadas al uso urbano. Esto también trae como consecuencia una disminución del riesgo a inundaciones aguas abajo de los puntos de descarga de los sistemas de drenaje urbano, ya que se está minimizando el incremento en los caudales máximos instantáneos durante crecientes.
Es importante hacer notar que la filosofía de diseño necesaria para resolver el problema, es minimizar los caudales máximos instantáneos esperados, a lo largo del cauce receptor durante crecientes y no necesariamente reducir los volúmenes de escorrentía.
Para minimizar el incremento del hidrograma de crecientes en las áreas urbanas, es necesario cuantificar el impacto que las diferentes condiciones de urbanización imponen sobre el patrón de la escorrentía y establecer una reglamentación para el uso del suelo, para la conducción y desfogue de las aguas pluviales y para el uso de los ríos como cuerpos receptores del exceso de escorrentía que el desarrollo urbano genera.
El diseño de los sistemas de alcantarillado pluvial, bajo este concepto, requiere de mayor información meteorológica acerca de las características de las tormentas y un mayor nivel de detalle en el análisis de los patrones de escorrentía del área de drenaje y de la capacidad de transporte del cuerpo receptor.
Las propuestas que se deriven de este proyecto son apenas el primer paso para lo solución definitiva del problema. El resultado de la incorporación de los sistemas de manejo de la escorrentía urbana en los nuevos diseños de los alcantarillados pluviales, evitará que el problema se agrave con el tiempo. Queda todavía por resolver el problema que la situación actual de los sistemas de alcantarillado pluvial presenta.
Como se ha podido observar en los últimos años, cada vez que se presenta una tormenta intensa sobre las áreas urbanas, el agua escurre por las calles y por las aceras, alterando el desarrollo normal de las actividades sociales e inclusive llega a inundar casas, comercios, hospitales, escuelas y toda la infraestructura urbana en general.